El pie humano
Si nos fijamos bien en nuestros pies, veremos que no son muy
eficientes, es decir, si fuésemos un ingeniero que quiere diseñar el pie
indicado para andar en bipedestación, jamás inventaríamos un diseño tan
complejo como el pie humano, con 52 objetos móviles cada vez que se quiere dar
un paso. El pie humano no evolucionó desde la pata de un mamífero corredor como
un guepardo, sinó que evolucionó a partir de un apéndice adaptado
a agarrar.
Uno de los humanos más antiguos es el Homo Erectus, que ya contaba con casi todas las características que
definirían a nuestra especie, en especial su adaptación a caminar distancias
muy largas de forma eficiente. Pero nuestra vida sedentaria actual nos ha
llevado a tener que lidiar con un problema que vuelve a nuestro pie mucho más
ineficiente, que nos retrotrae a un paso anterior de la evolución: el pie
plano.
Nuestros pies han evolucionado para impactar sobre la parte
delantera o media y a la vez, las mejores zapatillas deportivas tienen un
soporte para el arco del pie y suelas rígidas que llevan a que los músculos del
pie se debiliten, reduciendo la fuerza del arco para cuando pise con un calzado
normal o descalzo.
También descubrieron que quienes nunca usaron calzado caían
principalmente sobre la parte media del pie o sobre la parte delantera, produciendo
un impacto mucho menor sobre el pie y el resto del cuerpo, incluso si se corre
sobre superficies duras.
Si lo miramos desde una perspectiva evolutiva, tiene
sentido esta diferencia. Si la carrera de fondo era una actividad diaria entre
los humanos prehistóricos, entonces es esperable que la selección natural
actuase para disminuir el riesgo de lesiones.
Las huellas del pie de los Homo Erectus son esencialmente iguales a las nuestras (Homo Sapiens).
Silvia Otero Vázquez
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