Los órganos vestigiales, también llamados órganos
rudimentarios por Darwin, son aquellos órganos cuya función se ha ido perdiendo
a medida que las especies han ido evolucionando.
Existen numerosas listas de órganos vestigiales desde que Robert Wiedersheim en 1893 publicó una
lista con 86 de estos órganos, la cual fue rebatida por la comunidad
científica. Algunos ejemplos de estos órganos
en humanos son: El apéndice, los pezones masculinos o el tubérculo de Darwin
que es el engrosamiento del borde de la oreja, vestigio de la punta de la oreja
en los mamíferos.
Un órgano que también se consideraba vestigial en humanos es el órgano
Vomeronasal u órgano de Jacobson, su función en los animales es la de detectar
sustancias químicas como las feromonas en el ambiente.
Este
órgano ha sido muy poco estudiado en humanos de ahí la gran controversia de si
es o no un órgano vestigial.
Los
estudios más recientes afirman que no lo es, sugieren que su función principal es actuar como receptor de mensajeros
químicos externos como las vomeroferinas, y que este tendría conexión directa
con el sistema nervioso central, cosa que antes se desconocía. Se encuentra en el borde
anterior al vómer y se comunica con la cavidad nasal por un orificio.
Como curiosidad de este órgano tan poco estudiado
decir que es el responsable de numerosos cambios de conducta. Actuando
conjuntamente con el sistema olfativo puede hacer que al oler a una persona en
presencia de ciertas hormonas la veamos más “sexy”, este fenómeno es el que
usan muchas casas comerciales en sus perfumes, para que nos parezcan más
atractivas las personas que la llevan...
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